Sí, salieron un tiempo; sí, Bernhard te prometió el sol, el mar y las estrellas. ¡Pero ey! No mintió, en el momento realmente sentía todo aquello que te profesaba. Estuvo loco por ti por un tiempo, hasta pensó en pedirte matrimonio en esos seis meses que estuvieron juntos. ¡Nadie había durado tanto con Martens! ¡Era un milagro! Pero tarde o temprano pasaba, tarde o temprano él terminaba aburriéndose, encontrando maravillosas las compañías nuevas. La tentación siempre había sido un problema para él, una a la que no había sabido resistirse. Te fuiste de viaje por trabajo, cuando volviste, encontraste unas bragas que no eran tuyas bajo la cama de Bernhard.

Ahí fue cuando terminó todo. Siempre bromea con que le dejaste una pequeña cicatriz en la frente cuando le tiraste el jarrón de porcelana de su madre. Ahí fue cuando el amor se convirtió en odio, al menos por tu parte, porque Bernhard aceptó toda culpa y muy noble él, quiso terminar como amigos. Ahí llegó el segundo golpe, cuando le volteaste el rostro en una bofetada que hizo que se le removieran las neuronas.

Desde entonces apenas y puedes verlo. Cada que lo haces solo piensas en formas violentas en las cuales estampar su cabeza contra una pared o deseas que un dragón aparezca y lo engulla.

Han pasado dos años desde que terminaron, algunos dicen que lo superaste a los meses, otros justifican que tanta rabia que le tienes es porque aún sientes cosas por él. Bernhard no escucha rumores, detesta los chismes, por lo que no sabe realmente acerca de estos ni lo que tú puedas sentir en realidad.

Siempre creyó ser hijo único, aunque tampoco era como si le hubiera preguntado a su padre si es que había dejado hijos regados por el mundo. ¡Pero ahí estabas tú! ¡Una copia parecida a Bernhard!

Y es que él es muy del estilo de Narciso, ¿sabes? Muy enamorado de sí mismo, uno de esos que se ve al espejo y dice que está muy guapo. Por eso es que intentó ligar contigo, porque claro, no comprendía cómo era que eras tan preciosa… cuando escuchó tu apellido terminó escupiendo el whisky. Claro que el viejo ya se había muerto hacía muchos años, no había forma de ir a pedirle explicaciones pero tampoco tenía que hacerlo. ¡Era obvio!

Cuando investigaron un poco más ahí estaba, tu bonito rostro en el árbol genealógico, ese que Bernhard nunca se había preocupado de ver en realidad. Ahí fue cuando tuvo que aceptar la nueva realidad, el hecho de que tenía una hermana solo unos cuantos años menor que él. El instinto protector nació en él apenas lo supo, ha sido el principal culpable de espantar a todo hombre o mujer que se te haya querido acercar.

Mataría por ti, no tiene pruebas pero tampoco dudas de eso. Eres la única familia con vida que le queda, por eso es que te cuida como si fueras de oro puro.

Para él, eres lo más valioso en su vida.

Verás, se conocieron de una manera muy cómica... tú estabas en una discoteca celebrando tu despedida de soltera, él estaba ahí porque bueno, siempre ha sido un hombre que le guste la fiesta, el alcohol y las mujeres hermosas. Tú le pareciste la más preciosa de la noche, tanto que ni se resistió a acercarse a ti cuando te vio con tu vestido de fiesta blanco e ignoró el velo corto de novia que traías para la ocasión. También ignoró que tus amigas dijeron que estabas por casarte en una semana.

¿Y es que qué daño hacía? Eso se preguntó cuando te ofreció bailar y tú aceptaste.

Quizás fue el alcohol, el momento, lo que fuera, pero estuvieron a punto de besarse. Y digo a punto, porque ganas no faltaron, pero entonces el novio apareció y... y todo se fue al carajo. Todo, realmente, porque la boda no llegó a concretarse.

No te ha visto desde entonces, y ya ha pasado año y medio desde entonces. Él ya no es el mismo, claro que no, si es que hasta parece que ha sentado cabeza. Aunque algunos dicen que las malas costumbres no se pierden nunca. ¿Lo odias? ¿Le agradeces que no te dejó casarte? ¿O es que quieres verlo pero solo para agarrarlo a bofetadas?

¿Recuerdan que hace unos momentos mencioné cómo Bernhard casi besa a una novia en su despedida de soltera?

Resulta que tú eras el afortunado que se iba a casar con la mujer esta. Claro que cuando te enteraste de lo ocurrido y lograste dar con Bernhard se fueron a los golpes. Hubiese deseado un duelo, pero no, te fuiste directo a por su cara, dejándole un ojo morado y por suerte no mucho más. El primer golpe lo pillaste por sorpresa, luego él supo defenderse. Ambos quedaron con el cuerpo adolorido, ambos expulsados del bar donde se encontraron y declarados como personas no gratas por esa pelea que dejó algunas mesas y sillas rotas.

Desde entonces no puedes verlo, no toleras siquiera respirar el mismo oxígeno que Bernhard. Quizás fue por el hecho de que tu compromiso se quebró al poco tiempo, quizás porque te vetaron de tu bar favorito, no lo sabe ni tampoco es que le interese saberlo.

No te ha visto desde hace unos meses, lo cual agradece a Merlín, a Morgana y a todo mago o brujo poderoso. Por supuesto no hay bien que dure para siempre, ¿así era el dicho, no? Porque te mudaste de regreso a Alemania y no te has olvidado del desastre causado por Bernhard y quieres vengarte. La mala suerte que tienen de ahora compartir el mismo bar favorito.

Sí que está acostumbrado al rechazo. Joder, ha perdido la cuenta de cuántos veces le han dado una bofetada por atrevido o lo han provocado en vano.

Pero fue distinto contigo, porque hubo química desde el primer momento. Química real, no solo tensión sexual. Bernhard lo supo, tú también, aunque tampoco ignorabas la reputación de Casanova de Bernhard. Siempre supo que en algún momento esta le costaría caro, pero no imaginó que le importaría de esa manera.

Era marzo del 2023. Salieron unas semanas, todo marchaba de buena forma. Bernhard dejó de ver a otras, se centró en ti, pasó lo que siempre pasaba: se fascinó contigo, como ocurría siempre al inicio. Lo que vino luego fue distinto, no quisiste ser su pareja, no quisiste involucrarte más. Fuiste tú quien lo rechazó, dejándole con una extraña sensación en el interior. Eso sí que era nuevo, algo que no había pasado antes. Por primera vez, había sido él quien se había quedado con ganas de de algo más.

¿Y qué pasó? Una voz interior te ddecíace que no debes caer por él, que noo debías confiar en Bernhard Martens, no sabiendo cómo habían terminado todas las ilusas que lo habían hecho antes.